El 3 de enero de 1889 Friedrich Nietzsche, que vivía en Turín, salió de mañana de su casa y en la Piazza Carlo Alberto, se encontró súbitamente con una escena que cambio su vida. Un cochero maltrataba con su látigo a su caballo porque este no quería avanzar. El animal estaba cansado y exhausto, y Nietzsche se acercó al caballo, que se había desplomado, se abrazó a su cuello y se echó a llorar. Cuentan que le musito al oído algo y que sus últimas palabras fueron: “Madre, soy tonto”. A posteriori Nietzsche se desmayó y existen distintas versiones sobre lo que realmente sucedió esa mañana en Turín. Lo cierto es que él nunca volvió a ser el mismo ni a pronunciar palabra alguna durante 10 años hasta su fallecimiento. Jamás volvió a su vida racional desde el episodio de Turín y fue internado en un sanatorio desde donde escribió unas cartas incoherentes. Fue luego trasladado a otra institución en Basilea y de ahí en más terminó dependiendo de su madre y su hermana hasta sus últimos días. Fue perdiendo progresivamente sus capacidades cognitivas cuando apenas unos años antes había escrito obras como: “Así habló Zaratustra”,  “Aforismos”, “La gaya ciencia” y “Más allá del bien y del mal”. Ahora bien, desde el punto de vista médico, se afirmó por años que su demencia se debió a una parálisis general por lúes, pero no resultó del todo convincente. También se dijo que padeció de jaquecas, en ocasiones muy invalidantes, a lo largo de su vida, pero tampoco explica lo de Turín. En la historia familiar se registró que predominaban enfermedades mentales en varios de sus tíos. Y en el 2006 Orth y Trimble revisaron el caso y plantearon un diagnóstico de demencia frontotemporal con cambio de personalidad y peérdida del lenguaje. Uno piensa, como médico, que también pudo ser, lo más lógico, un accidente cerebrovascular. En fin, lo cierto es que pasó la última década de su vida en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Jena, en la casa familiar de Naumburgo y en Weimar, con su madre y su hermana, afectado por una parálisis y por lo que en su momento se describió como un “oscurecimiento mental”. Aquel filósofo, poeta, musico, cuya obra tuvo marcada influencia en el pensamiento mundial del siglo XIX y XX, falleció finalmente en Weimar producto de una neumonía el 25 de agosto de 1900. Decía Nietzsche en “La gaya ciencia”: “El que uno encuentre ininteligible un libro no es en modo alguno una objeción contra este libro; puede que se lo haya propuesto el autor, deseoso de no ser entendido por todo el mundo”.

Juan L Marcotullio                            

marcotulliojuan@gmail.com